Modelos: La pájara e Isabel II.

Hoy cumplo 33. El infinito partido. Son un par de treses haciendo la cucharita. Terminarán follando y haciendo el infinito, estoy segura.

Los cumplo huraña, me pasa desde los 22. Felicitadme, por favor, que las felicitaciones de Navidad no han funcionado todavía. O mejor. Haced algo para despertarlas, que me habéis pasado una felicidad dormida.

Hice esta foto tras un fuerte ataque de ansiedad. Me levanté de la cama como quien se ha pegado una buena hostia, agarrada a la pared blanca, la baba y los mocos colgando, los ojos inyectados en sangre. Guille me dijo de dar un paseo por las encinas abulenses y me puso un abrigo sobre los hombros. Pero yo sólo tenía una melodía en el oído, quería abrazar animales y pasar frío. No me puse el abrigo y, sintiendo el peso de la cámara en el hombro (ay, cómo pesa todo cuando eres pluma), entré al gallinero. Abracé a todas las gallinas, sumisas y tiernas, de plumaje suave y resbaladizo. Y pensé que para lograr ese infinito, tal vez me quedarían muchos más días de morirme muchas veces mucho. Lo dijo Ángel González.

Yo lo noto: cómo me voy volviendo
menos cierto, confuso,
disolviéndome en aire
cotidiano, burdo
jirón de mí, deshilachado
y roto por los puños.

Yo comprendo: he vivido
un año más, y eso es muy duro.
¡Mover el corazón todos los días
casi cien veces por minuto!

Para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho.

P.D1: Por favor, no os comáis a los animales. Son un asidero purísimo a la vida. Seres que me hacen vivir muchas veces mucho.