Escribo esto con Luz en brazos. Qué joía qué caló me da. Hace algo que me llena y ayuda muchísimo. Ella es una persona muy intuitiva, sanadora… y sabe cosas que nunca le he dicho. Debería poneros mis textos y las interpretaciones que ella hace de mis fotos, pero a veces se salen de toda poesía para sumirse en una cruda certeza. De esta forma, a veces sólo creo que mi hija no es que sea especial, sino que confío en que vosotros os pongáis las gafas de une niñe y sepáis ver la Verdad tras las imágenes. Pero aquí os voy a contar lo que ella ha dicho: «No sales completa, mamá», «No sé por qué te escondes», «Ten cuidado, empieza siempre abriendo el agua fría, el azul… y luego con la caliente hazlo todo poco a poco». Claro, que me repite como un lorito nuestras advertencias para que no se queme. Pero yo hice esta foto pensando en que vivo en los extremos: tan pronto estoy en un punto, como en el opuesto. Quizá sólo estoy buscando ese punto intermedio donde está la templanza, el equilibrio, ese agua tibia, esos 24 – 29°C donde nada molesta. Nada arde, nada hiela. No estoy muerta, no hay fiebre. Busca el punto cómodo para olvidar que la temperatura te controla. Y despierta.