Me hago fotos con tus huesos, así como se acunan las ramas quebradas de los árboles. Soy tu balanceo amortiguado en la cuna de mi carne. Hay muchas hojas que se caen para comer un poco de tierra, para cubrirse de musgo fresco, para disfrazarse de frío cuando cae la nieve.

Mamá, tengo una rama de verano sobre mi corazón de invierno. Se posa y deja sus formas sombreadas en mi mi pecho, como un dibujo salvaje y antiguo.

Alberto, todo cruje. Como un rugido entre dientes. Y nosotros tan duros como un diamente. El que lo ralla todo y deja cicatrices en las piedras. Las que nos quieran tirar.