Mi naturaleza siempre ha sido muy intuitiva. Existe algo en cada uno de nosotros que es innato y genuino y que por mucha opresión que exista, por mucho que te digan que está mal, que no lo hagas, que no lo creas: para ti está bien, lo haces y crees en ello. Un ejemplo temprano en mi persona fue mi amor por los animales. Siempre me han gustado más que a un tonto un lápiz, hasta punto de llevar alrededor de unos 8 años bajo una ideología antiespecista.

Con les trans, este tema tan candente en los últimos tiempos, me sucedía lo mismo. Para mí era de cajón que, independientemente de lo que se tuviera entre las piernas, yo sentía que, más allá del binarismo, existían muchas formas de sentirse que no fueran hombre o mujer, muchos matices. Yo me considero cisgénero, pero sé que no soy como las demás mujeres o no entro dentro del estereotipo que se espera de mi. No me refiero al plano físico, sino al interior. Soy salvaje, muy mamífera, muy animala. Cuando me enteré que existía un movimiento dentro del Feminismo Radical que excluía y agredía a otras mujeres por no tener vagina, quedé impactada. A veces me creo que puedo ser una persona con ideas perversas, pero luego me siento muy ingenua con respecto a lo que hay, frente a lo que yo siento y tengo en mente. Pansexuales, demisexuales, intersexuales, queer. Todo bien. Aceptarlo está dentro de la normalidad que yo deseo para el mundo. Aceptar que tengo privilegios con respecto a estas personas, también. Es picantito, escuece, pero o se acepta o no habrá avances. Porque en nosotres, cisgénero, está también en allanar caminos, ceder voz, espacios, acompañamiento y apoyos en la lucha.

Apoyo el anteproyecto de la Ley Trans. Creo que añadiría un par de matices, corregiría otros tantos, tengo preguntas, creo que hay que debatirla, con las mujeres trans a la cabeza, pero me da igual que salga sin esos matices. Me parece que es urgente que esa ley salga adelante. Lo digo porque creo firmemente en la diversidad sexual y de género. Creo que tanto la despatologización de la transexualidad como la autodeterminación de la identidad sexual son principios básicos para la dignidad de las personas trans. Es más, yendo más allá de mi intuición, es un hecho que diversas culturas por todo el mundo han documentado históricamente que la identidad sexual de las personas puede variar con respecto a sus genitales. Apoyo esa ley porque deseo firmemente que todas las mujeres estén protegidas. Apoyo esa ley porque he visto con mis propios ojos la opresión que sufren las compañeras trans y siempre me he posicionado al lado de los que sufren. Y vaya que si sufren: su esperanza de vida es desalentadoramente corta, veo su salud mental arañada de una forma atroz. Este post daría para largo, pero sólo quiero mostrar mi apoyo a mis compañeras trans, condenar la transfobia, la misoginia y el hecho de que estén pasando un calvario con el feminismo, que se supone que es un moviento que está para proteger A TODAS LAS MUJERES. No quiero liderar un movimiento que no me pertenece, pero sí escuchar y apoyar. Incluso hacer pedagogía con quienes no están concienciados con el fin de liberarlas de esa carga y, por lo tanto, aligerar esa violencia contra ellas. Prometer que en la lucha no están solas, que yo argumento contra todas las ordas de terfs que haga falta. La transmisoginia no se debate, se combate. El feminismo tiene que ser interseccional y transversal, si no, no es feminismo. El feminismo será transfeminista o no será.