Mi padre no entra en mi web porque le da miedo. Mi padre, el amado hasta la ceguera. Me pide que quite las fotos de whatssap «tristes». Cree que no me hace bien hacer este tipo de fotos. Mi padre no me entiende. A mí madre le ha llevado más de una década entenderme. Mi suegra me respeta. Mi suegro no dice nada. Guille lo dice todo. Mi hermana del medio no quiere aparecer en mis fotos y cada vez que lo intento, surge un conflicto. Mi hermana pequeña las admira en silencio, me posa las veces que quiera. Con limitaciones. Mi familia no habla sobre mis fotos. Bueno, hace nada mi prima pequeña presentó mi trabajo en la universidad y ese gesto me emocionó más de lo que ella piensa. Otros me piden fotos por encargo, como quien le pide a un poeta que le escriba un poema.

No os enteráis de nada.

Estas son mis fotos «raras». No tengo que complacer a los demás. No le debo nada a nadie con ellas. Me da igual lo que piensen de mí. Esta soy yo, este es mi cuerpo, estas son mis tripas.

No os debo salud.

No os debo bienestar.

No os debo comodidad.

O sí. Pero mis fotografías no van de eso. Es una relación de mí con el mundo. Con mi vida y mi forma de entenderla. Mi forma de absorber todo lo que me llega. Esta foto la hice en La Palma, 24. Es probablemente la última foto digital que hice allí. La Palma tiene mi sangre. Y quienes vengan podrán seguir viviendo allí como si nada. Pero yo y sus paredes sabemos que sí pasa algo, que sí pasó. No olvidamos.

Papá, mamá, hermana. Familia. Siento ser así. Pero esto es lo que soy. Y por mucho silencio que se haga, por muchos correveydiles, por muchos avisos que deis a mis padres, seguiré siendo así. Porque si no exploto y me muero. Sí. Me muero. Esto es toda una declaración de intenciones y a la vez toda una declaración de Vida.