Muchos se preguntan cómo puedo estar soportando esta situación. Muchas madres de grupos de apoyo en los que estoy se preguntan cómo soportar que nos quiten a nuestres hijes, procesos judiciales tan largos, desamparo absoluto. Estoy hablando por miles de ellas. El hashtag más común es la palabra #Desahogo. Y ahí vierten todo su sufrimiento y dolor en espacios que, aparentemente, son seguros. Las historias son estremecedoras. Yo las leo. Las leo a casi todas para sentir que esto no sólo me está pasando a mi. En cierto modo, me siento menos sola en esta circunstancia que se me antoja irreal, el «No puede estar pasando a mi». Que cómo soporto que un hombre, su familia y amigues me estén destrozando la vida de esta forma. Os explico: no me la están destrozando: porque no les estoy dejando. He conseguido dividir mi mente en varias esferas, varios espacios donde refugiarme para poder seguir adelante con la vida, para poder permitirme placer, para poder permitirme reír a veces, para poder permitirme sentir paz. El otro día reía en la cama, desnuda me abrazaba a la piel del amado y sentí refugio y paz. Pero de repente esa esfera donde habita la desesperación, la frustración, el llanto, la realidad de todos los horrores que me están haciendo, la ausencia de Luz, me golpeó. Y me pregunté cómo podía estar con una sonrisa en la cara y dejándome ser feliz en estas circunstancias vitales. Tras hablar con varias diosas que son mis amigas, llegamos a la conclusión de que tengo derecho a ser feliz. QUE TENEMOS DERECHO A SER FELICES. Que hay espacios para la lucha, espacios para dolerse, espacios para consternación, pero que debe existir la capacidad de crear oasis mentales para protegerse. Para vivir sin odio, para vivir con paz, para reírnos, para pensar que hay esperanza, para decirnos que tenemos derecho a que nos sucedan cosas buenas. Os escribo a todas las madres que están en situaciones parecidas o idénticas a la mía (esto espantosamente común). Tenéis la obligación de buscaros pequeños rincones de felicidad, porque estos serán fuerza motora para seguir luchando. Respirad, meditad, quedad con vuestros amigos, amores, familia y amantes. Tiempo para el llanto hay todo el que queráis. Tiempo para la rabia hay todo el que queráis. Tiempo para ser vulnerables (porque lo somos) es una constante. No obstante, os escribo para pediros expulsar la culpa si en medio de la guerra por conseguir a vuestres hijes o soportar los abusos de los padres biológicos, encontráis un motivo para reír, para no tener miedo, para sentir seguridad en vosotras mismas, para confiar en el universo, para sentir que no estáis solas, para amar y ser amadas. Todavía no os ha nacido hombre que os tumbe. Y la carne de vuestra carne, corazón de vuestro corazón, ese ser al que siempre os unirá ese cordón umbilical invisible hasta la muerte, buscará a su madre cual hilo rojo que ineludiblemente unen dos vidas.