De nuevo mi madre. Hará dos meses que sigue cuidando de todos. Yo me dejo cuidar como los gatos, de esos que se meten bajo la cama cuando hay presencia, pero sale cuando le ponen de comer. Ella respeta mis ritmos, a veces me planta un beso. Me dejo arrugando la nariz.

«No te rasques la úlcera», «Te he hecho el zumo de limón», «No te agobies que ya dijo el médico que esto iba para largo, date un año», «Las cosas entran muy deprisa, pero luego salir… eso ya es otra cosa», «Dejadla en paz, no la agobiéis», «Me llevo a Luz de paseo/ yo la baño/ yo le doy de comer», «Ya se te irán los granos, ten paciencia», «¿Te has tomado hoy el cardo mariano?».

Ella se dio cuenta antes que nadie de que yo no respiraba bien, de que me estaba ahogando. Después vino Denis Clement y el coma inducido.

Mañana se va y le vuelve a tocar a mi padre. De fondo, la escucho darle instrucciones sobre cómo hay que cuidarme, Luis tal, Luis Pascual. Ella se llama Margarita.