Ya sabéis que tengo serios problemas para dormir. Si hago un esfuerzo muy grande, una de las cosas que me suele funcionar es imaginarme un espacio y recorrerlo con la mirada de mi imaginación, rinconcito por rinconcito, de manera muy lenta. Una de mis imaginaciones favoritas es situarme bajo tierra, entre ramas. La tierra está cálida, me protegen raíces y ramas y en el exterior nieva. Todo está blanco fuera, todo está cálido y confortable dentro. En ese agujero no puede hacerme daño nadie, nadie sabe que existe, nadie sabe que estoy ahí. Mi escudo es la tierra como útero, las ramas como las espinas al erizo.

Esta foto está hecha en Ávila. Tras muchos días de nevadas, muchos árboles se agrietaron y rompieron, como si los hubiera partido un rayo. Es espectacular. Esta encina, en la que quiero hacer más fotos si no la han reducido a leña, estaba, literalmente, partida por la mitad. Tenía pinta de centenaria.