Cada vez que consigo retratar a un familiar siento que mi labor como fotógrafa acaba con ese dicho de «En casa del herrero, cuchara de palo». Los fotógrafos, entre muchas tareas, tenemos la labor de fotografiar a la familia elegida, pues es un ejercicio de autoconocimiento, una exploración genealógica. Les conocemos, nos conocemos.

Esta es la tía de Guille, hermana de mi suegro, una mujer con una gran historia que contar, que ha vivido mucho, que ha aprendido aún más. Con ella finalizo de momento los retratos en penumbra, que he disfrutado un montón.