La verdad es que no está el mundo para felicitar por nada. Incluso da miedo sentir algún atisbo de felicidad, en una realidad que pide duelo permanente. Pero una sonrisa, un rato de bienestar, un buen día, no es incompatible con atravesar un duelo o sentir dolor por todo lo que está pasando a nivel mundial. De hecho, sin las cámaras no seríamos capaces de juzgar la realidad, pues la fotografía es una forma de lenguaje y por lo tanto, una forma de pensamiento y de comunicación. Uno de los ejemplos más claros es el asesinato de periodistas en Gaza. La fotografía, el vídeo, la información, se ve como un peligro cuando existe manipulación de por medio. Hoy y más que nunca agradezco la existencia en mi vida de la fotografía, que tanto me ha salvado, que tanto ha cuestionado, que tanto reivindica, que tanto desvela, revela y rebela.