El viernes pasado fue el 8M y no fui a ninguna manifestación. Los motivos fueron varios: estaba trabajando en Hybrid Art Fair, mi hija Luz tenía mucha necesidad de estar conmigo y estoy ante un feminismo que no me representa. No porque no comparta sus ideas, sino porque como madre es un movimiento que no nos tiene en consideración. Cogí una sábana y escribí por una maternidad libre de violencia. La violencia económica, vicaria y obstétrica son las principales agresiones a las que se enfrenta una mujer que es madre. A veces pienso que para que se luche junto a nosotras, las madres, se tiene que haber vivido la experiencia de la maternidad, porque nos hacen ver que no existe otra forma de empatizar con nosotras. No es cierto. Somos capaces de empatizar con la lucha trans, siendo cis, somos capaces de luchar por Palestina sin haber conocido en nuestra vida a un palestino. Gritamos por el colectivo lgtbiq sin ser homosexuales o por las compañeras migras sin serlo. Tantas luchas que asumimos y que no son la nuestras… Hay madres que se están dejando la piel en visibilizar este colectivo, pero no es suficiente si queda exclusivamente en nuestras la responsabilidad de visibilizar las violencias que nos atraviesan. Vamos, que necesito, que necesitamos vuestra ayuda, porque solas no podemos y yo estoy ya muy saturada. Con los hombres ya ni cuento, pero sin las mujeres estamos definitivamente perdidas. No sé qué pasará para mí y para mi hija el 11 de junio, pero sí sé que necesito un tiempo de sanación de todas las atrocidades que hemos vivido, porque yo estoy muy, pero que muy cansada de haber sobrevivido a 4 años de violencia vicaria y económica.

Ese viernes, mientras mi sábana se estaba secando en la calle, fuera de la feria, alguien colocó una rosa roja encima de la misma y otra persona intentó quemarla con un cigarro. Pero la sábana no ardió, así como no harán cenizas nuestros reclamos y peticiones de ayuda.

Yo abracé a Luz, acaricié su rostro que tras varios meses junto a mí, ya tiene color y luce sin ojeras. Cuidarla y sanarla es mi gran revolución.