Modelo: Sonia Señorans.

Hace nada leí un post sobre si los animales eran capaces de saber si su cuidador había fallecido, para llegar a la conclusión de que no. Yo opino que velar un cadáver es de las mejores opciones para realizar un buen duelo y honrar a ese ser querido y estoy totalmente segura de que si se incorpora a nuestros peludos a un velatorio, no son muy diferentes a nosotros a la hora de entender que hay que decir Adiós… o Hasta luego. Cuando mi abuela falleció, yo estaba en Madrid. Mi abuela Presen es el único ser querido que he perdido en mi vida y fue un golpe. Yo estaba en Madrid y bajé al día siguiente a Sevilla. No dormí en más de 24 horas y mi hija se revolvía nerviosamente en mi útero, sólo me desinflé y pude calmar un poco el espíritu cuando pedí encarecidamente ver su cuerpo. Me hubiera gustado maquillarla yo, peinarla, hacerle los rizos, limpiarle las uñas y pintárselas color coral. Estar unas horas con ella. Hemos perdido por completo la conexión con la muerte, la integración de la misma en nuestras vidas, lo que nos lleva a unos duelos que nunca acaban, a temerla y a no entender que forma parte de la vida. Y no sólo hablo de cuando la persona o animal ha fallecido, hablo también sobre la necesidad de acompañar a alguien que va a morir. Yo creo que una sociedad se define por cómo trata a los animales y cómo gestionan la muerte, en todos los sentidos.

La modelo es Sonia, mi alarido de mariposa, gran musa de mis locuras.