Pues aquí, con mi amigo el sacaleches, con quienes me estoy pasando horas y horas. La batalla que estoy teniendo con la lactancia es amor, porque no se puede llamar de otra forma. No obstante, como ante tanta dificultad y sacrificio, no la estoy disfrutando, estoy deseando llegar a los seis meses para dejarla. Luz sabrá perdonarme y la sociedad también. Bueno, la sociedad dirá que no me he sacrificado lo suficiente. Las madres nunca se habrán sacrificado lo suficiente.
Guille me regaló crisantemos para nuestro aniversario de boda, esta preciosa y enorme flor de otoño, mis flores de leche.
4 de agosto del 2021
La culpa que destila el texto me parece atroz. Mi lactancia fue dura, con mucho tesón, me recuerdo empeñada en darle el pecho porque si no «tu hija no va tener vínculo contigo», «Tu hija va a tener problemas neuronales», «Tu hija no va a tener bien las defensas», «Lo que te pasa es que no te esfuerzas lo suficiente», «Es que no has acudido a una buena doula que te enseñe a amamantar», «No debes sentir agotamiento ni sensación de no poder más, que todo se lo transmites a tu bebé». Luego, la del Psicosocial de los juzgados de Francisco Gervás, juzgándome años después «¿Y a ti por qué se te ocurre darle tanto tiempo la teta, ahí, con la niña ahí enganchada?» (Sic). Hice esta foto con pinchazos en la cabeza de no dormir más de 3 horas en medio año (y lo que me faltaba). Horas y horas con las tetas en el sacaleches para darle de mi propia leche a Luz. Me sentía ante el mundo una dispensadora de leche. Todo eran juicios si no daba el pecho. Todo eran juicios si lo daba. Pero luego no te desanimes ¿eh? O el padre denunciará lo mala madre que fuiste. Y te arrancarán a tu hija. Cómete el puerperio como un ser de luz. Sonríe a todo el mundo, no se vaya a notar que la lactancia es una de las experiencias más duras de la crianza, que como no se viva no tenéis ni idea de lo que es. De momento eso es lo que soy: la vasija para traer al mundo a mi hija, el cuerpo que la nutrió. La cosa a la que luego pueden robarle a su cachorro.
Pues no. No olvido. Ni perdono. Ni cesaré. Jamás.