No saber si está muerta o si está saltando. O tal vez la muerte es un salto rojo y enamorado hacia la transformación. Miro la muerte como quien mira a la vecina entrevisillos, por la mirilla, a ver qué hace, a ver qué dice, de qué color es. Un poco más y vería que es bella, que se casó con la vida y se van pasando los hijos de lado a lado, como una costodia compartida que nadie reclama y se impone.