A día de hoy cuento con total naturalidad que he tenido varios intentos de suicidio, uno de ellos muy grave. Lo cuento con total naturalidad porque tengo la certeza de que contarlo es una de las grandes formas de atajarlo. El otro día me hicieron una pregunta que me impactó: que si no me arrepentía de haberlo hecho. Todavía seguimos viendo el suicidio desde una mentalidad judeocristiana, en la que existen inocentes (los que no lo han intentado) y los culpables. Es más, dentro de los suicidas, seguimos dividiendo en dos, los que somos «fuertes y valientes» por haber superado una depresión o trauma… y los miles de los que directamente, ni se habla. Los muertos. Ni siquiera hay una investigación clara, que no sea dentro del activismo, sobre por qué se suicidan las personas. Yo no me arrepiento de haberme suicidado, porque la palabra «arrepentimiento» o «culpa» o «culpable» no tienen cabida cuando hablamos de salud mental. A los que habéis padecido de la misma, quisiera deciros que no sois culpables de nada. Sacudirse la culpa tras el juicio y (mal)trato social no es fácil. Ni siquiera lo es tras la persecución: torturas en hospitales y centros psiquiátricos, tales como contenciones mecánicas o químicas, traslados forzosos, informes violentos y falsos, retiradas de custodia, persecución judicial, expulsiones del trabajo… y luego preguntas y comentarios tales como «¿Y no pensaste en tu mujer/marido/hijes/amigues, etc?», «¿Lo hiciste para llamar la atención?», «Con lo guapa que eres», «Si lo tienes todo», «Con las buenas notas que sacas», «Con la cantidad de gente que te quiere», «Pues busca a alguien que te haga compañía». Se pone toda la responsabilidad en las víctimas y no en un deficiente sistema de salud mental, en las opresiones que sufre o haya sufrido, etc. Es más, las familias no tienen ninguna herramienta para atajar conductas suicidas… si es que no estamos hablando de una persona que esté muy sola. Ante este panorama parcial que he dado, ¿cómo pretendéis que se hable de suicidio? ¿Cómo se pretende que las 100.000 personas que lo intentan sólo en España abran la boca? Yo ya no hablo de suicidio, hablo de muertes por suicidio. Yo no hablo de culpa, hablo de aprendizaje. Y si algo he aprendido ha sido con el tiempo y por mi cuenta, absolutamente nadie me ha ayudado. He tenido el apoyo de incondicionales que no me han soltado la mano, pero no todes tienen ese privilegio, de tener una familia y amigos firmes. He tenido acompañamiento y ayuda, una madre que es la mejor psicóloga que he podido tener en la vida, una pareja que siempre creyó en mi y amigas férreas. Pero lo que no podemos es dejar que cada uno se busque las herramientas por su cuenta o que el socorro radique sólo en el entorno más cercano. Es más, el ayudar a las personas con conductas suicidas radica en el amor y la ternura. Si en vez de que la policía entrara a mi casa, me violara y me pegara palizas, hubiera venido una sola persona a darme un abrazo, la narrativa de mi vida habría sido otra. Pero es la que es: que me han torturado por haberme intentado suicidar o por el mero hecho de verbalizarlo. Tras mucha lucha tengo mis herramientas para salir de cualquier ideación suicida, pero es una victoria personal y no podemos contar con que todo el mundo tenga la misma obstinación. De hecho, si alguien decide quitarse la vida es, precisamente, porque no ve salida a su sufrimiento, ¿Somos capaces como sociedad de paliar el sufrimiento de los demás? ¿Seremos capaces de no hacer sufrir tanto a otres como para que dejen de pensar que no merece la pena vivir? ¿Tendremos un sistema de salud mental humano y humanitario? ¿Tendremos un Sistema político, social, judicial y económico que haga despertarse a las personas con ganas de vivir? Que la vida más que supervivencia, sea una vivencia. Que la vida se Viva y no se sobreviva.

Quisiera ser la barquera que te llevara a la orilla de la muerte a la vida, porque tiene que existir una figura que te diga que todavía no es tu turno para cruzar la laguna Estigia.