Lo cierto es que cada embarazo es un mundo, pero creo que me lanzaré a realizar unas pocas fotos (sí, poquitas, tampoco os asustéis) sobre la cara B de los embarazos. O lo que nos toca pasar a muchas. Eso de felicidad permanente, los ojos brillantes, el pelo radiante, la cara sonrosada, etc, etc, les toca a algunas. A mí no. Y a otras tantas tampoco. Pero esto no lo sabía, así que cuando me vi durante meses sin comer, con ganas de vomitar casi permanentes (si no vomitaba), con gripe y sin poder tomar las drogas de nuestra querida industria farmacéutica, fatigada, con contractura en la espalda, palpitaciones, alguna que otra fobia/paranoia y sangrados por la nariz y dientes, me sentí muy desdichada y culpable «¿Por qué me pasaba a mí eso, si estar embarazada era algo tan maravilloso?». Tengo otra amiga cuya experiencia no relataré, pero alegó «No tener palabras» para explicar lo mal que lo pasó durante el embarazo. Yo no me lamento de tener estas molestias o dolores. De hecho, en mis peores momentos he ido a ferias de arte, he dado ponencias, he concedido entrevistas, he dado talleres, he realizado viajes, etc. He luchado y lucho por llevar una vida normal y profesional y asumo que la elección de traer a mi cerillina al mundo ha sido de Guille y de mí y sólo nuestra. No obstante, quisiera desahogarme a través de mi trabajo, dedicar una pequeña parcela de la fotografía a dar visibilidad a ciertos malestares físicos y psicológicos de los que nunca nadie me habló y de los que apenas se lee nada. Digo malestares físicos y psicológicos por no entrar en los sociales, que van desde que nadie se levante en el transporte público, hasta que te digan que qué haces preñada en un mundo super poblado, hasta que te aislen laboralmente hablando. Si sólo hablara en mi trabajo de lo bueno de mi embarazo, estaría faltando a un requisito que me propuse desde hace ya años: la transparencia, la verdad, la sinceridad, el verterme y derramarme entera en cada una de mis fotos. Mi fotografía es una prolongación de mí misma.

Aquí, mi realidad matutina de casi todos los días: sangrado de encías o de nariz. Estoy preciosa.