Modelo: Alberto S. Anaya.

Le pasé las fotos al móvil y le pregunté si le gustaban. Me preguntó que si las iba a dejar así, tal cual, sin apenas edición. Le dije que sí, que últimamente me pide el cuerpo la fotografía lo más cruda posible, sin artificio. Me interesan los pequeños detalles, explorar y entender a las personas a través de la cámara. Al principio me cortaba, porque este tipo de fotografías no es lo que se espera de mí. Por eso me da tanto alivio la fotografía analógica, porque no la publico apenas y puedo ser yo misma, fluir con mi arte sin esperar un juicio.

Para mí fotografiar es una forma de amar, por eso me cuestan tanto los trabajos por encargo, porque necesito un vínculo. A Alberto no le gusta cómo está su cuerpo ahora. No le gustan ni sus cicatrices, ni su vello púbico, ni su delgadez, pero yo siempre he disfrutado de todos los poros de su cuerpo, me gusta tal y como es, amo su piel llena de lunares, todo pelito, cicatriz y esos destellos rubi-pelirrojos cuando le da el sol. En concreto me gusta mucho la foto de retrato, donde la mitad de la cara permanece en sombra y la otra mitad deja ver una pestallas pelirrojas y las ondas doradas del cabello. Los cuerpos son bonitos. Todos lo son. Pero sobre todo, me gustan los cuerpos de las buenas personas. La bondad y el buen trato son sexys.