Copias disponibles en diferentes tamaños.

Hace tiempo que lo tengo asumido y sin pesar alguno. Estudié filología hispánica, me dedico a la fotografía y también a las labores del hogar. Queda poco glamuroso decirlo, pero mi tiempo también transcurre entre lavadoras (ponerlas, tenderlas y guardar la ropa), fregar platos, barrer, quitar polvo, hacer la compra y la comida, sacar a mis chuchas del amor, limpiar el baño, etc, etc. No lo digo con pesar, a veces me divierto y entretiene. Pero deciros que sólo soy fotógrafa sería engañaros y engañarme a mí misma: soy también ama de casa, unos días alegremente, otros a regañadientes. Callarlo sería invisibilizar la labor a la que muchas mujeres están relegadas por el propio mecanismo del sistema (patriarcal). Yo me gano mis eurillos con la venta de mi obra y mis talleres, pero el dinero lo trae Guille, que puede llegar a pasar hasta 13 horas trabajando fuera de casa. Lo sé, un clasicazo. Pero hay que decirlo. Muchas mujeres no tenemos un empleo, pero trabajo tenemos de sobra. De esta forma, publico eventualmente una fotografía que refleje una tarea del hogar. A mí estilo, claro: soñando. Con esta foto sueño que se me da bien planchar, que me gusta y que puedo hacerlo en mis trigales del alma.

Tengo la impresión de que no sólo invisibilizamos estas tareas, sino que además se les resta importancia. Hay amas de casa que dedican una cantidad ingente de horas a su hogar y yo quiero visibilizar este curro rara vez remunerado y, por supuesto dignificar a todas aquellas que en silencio, dedican sus horas a que todo esté en orden. Están ahí. Trabajan toda su vida. Nunca tendrán pensiones. Y entre sábanas, platos enjabonados, pelusas en el recogedor y estropajos, sueñan. Soñamos.