Mi vida no es siempre fotografía construida. A veces es algo tan sencillo como escuchar a Guille ducharse por las mañanas. Canta. Es una persona extraordinariamente alegre. Y le hago fotos porque su optimismo y vitalidad me inspiran, porque es bello mojado, como una boca fresca, como un ojo o el mismísimo fondo del mar. Si sale, y me ve deambulando por la casa, somnolienta, tomándome mi pastillita mañanera del tiroides, me dice «Amore, guapa. Qué sueño tengo».