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Lloviznaba.

Existen dos lugares en este planeta donde yo he querido construirme una casa, y esos son Normandía, en Francia y la península de Tröllaskagi, en Islandia. Pocos lugares como aquellos me han transmitido un sentimiento tan profundo de belleza, hasta el punto de la conmoción. Bajé del coche tragándome toda la soledad, el aire puro y fresco y la inmesidad de sus montañas. El frío y la humedad me limpiaban por dentro, el riachuelo de deshielo se llevaba consigo mis heridas y miserias. A veces me transporto y me siento conmigo misma en el aquel mullido musgo. Pienso en lo lejos que estaba todo, en lo lejos que estábais todos, en lo mucho que me arropaban las distancias y la desconexión de la realidad. O de mi realidad.


Por aquel entonces lloviznaba y yo crecía.