Las vistas desde nuestra casa son especiales. Cuando hace sol, se ve un parque, la M40 y el horizonte. Un horizote con cerros y otros lugares que no sabemos qué son. Por las tardes el cielo es rosa y naranja… Pero con frecuencia estas vistas las cubre la niebla. Esto no sabíamos que sucedía antes de comprar el piso. Y siento una felicidad inmensa ante la niebla. Porque siento que es como asomarme a mi pecho. Mi pecho frío, blanco y opaco, donde se esconde un paisaje húmedo.
Sí, a veces hago paisajes cuya caras se parecen a la mía.