Modelo: Alberto S. Anaya.

Unamuno llamaba a su mujer, Concha Lizárraga, mi costumbre. La primera vez que lo leí me pareció muy tierno, porque en cierta manera nuestras parejas entran a formar parte de la rutina ritualística de la vida. Tanto que a veces no sentimos el peso que tienen hasta que desaparecen por algún motivo. Nunca he dado tanto peso a mi costumbre y cotidianidad como ahora. Siempre he amado fotografiar a mis parejas hasta en lo más sutil y rutinario de su vida, porque para mí tiene un valor. Mi parte favorita del día es por las noches, cuando Alberto llega de trabajar, las perritas ya están sacadas y la cena hecha. Nos ponemos bajo una mantita en el sofá, disfrutamos una película o serie y luego yo me voy a duchar y a meditar con una velita a mi cuarto. Si estoy despierta, recibo a la hora su cuerpo, que me agarra la mano mientras me duermo sintiendo seguridad. Nos han metido en la cabeza que nuestras relaciones amorosas tienen que ser algo épico y trepidante, cuando al final una lo que quiere es transitar la vida con paz. Y el sosiego que me da esa costumbre” con Alberto es un tesoro que el sistema quiere hacernos imperceptible, cuando el realidad, es donde debemos poner el foco. A veces lo más pequeño de nuestro día a día, luego resulta que era lo más grande que teníamos.