Esta es la foto derivada del «Retrato normal». Si se pudiera hablar de algo realmente rutinario en mi vida, es la Milka. La gente no se suele acordar del nombre de mis perras, Milka y Menta. Y no saben quién es quién. Cuando las llamo ya mezclo hasta yo, «¡¡Milka y Menta y Menta y Milka aquí las dos ahora mismo!!», mientras aparecen por el horizonte relamiéndose, con ese trote cochinero de haber hecho alguna de las suyas por el parque. Milka estaba antes que nadie. Es la primera en mi historia. Sin ella, no habría conocido al padre de mi hija, pues salí un 9 de agosto del 2011 a vender mis fotos a la calle justamente para conseguir algo de dinero para comprar el billete de Ave de mi perra. Siempre pensé que la Fotografía fue el nexo, pero profundizando más, fue la Milka. Milka no gusta a nadie, la gente quiere acariciar a Menta, que es más guapa y linda. Bueno, la Milka me gusta a mi, que es mi alter ego y compañera de vida desde hace 10 años y medio. Es pelocha, desgarbada, chucha. Chucha de chuchos. Perrorista. La cepillas y se queda hecha un pompón. Pero a las pocas horas vuelve con sus pintillas de rastafari, de macarra, de perra del infierno hecha a sí misma. Mi madre siempre dice que está muy preocupada siempre por mí, que no paro de darle trabajo, que no descansa. Duerme con un ojo abierto y otro cerrado para estar pendiente de mi «Le voy a poner una cámara en la cabeza, es la única forma de ver dónde estás en todo momento». Detector de mi estado de ánimo. Me persigue ¿Que me levanto a mear por las noches? Se levanta, se sienta al lado del retrete, meo, me levanto, se levanta, voy al cuarto, me sigue. Y así con todo ¿Que me ducho? La tengo en la alfombrilla esperando fuera. Ya es una señora respetable. Ayer me reuní con un grupo de perreros en el parque e hicieron manada. Se acercó un pobre Pitbull y lo echaron todos a ladridos, encabezados por la Milka. Ella y su mandíbula de 5cm. Pues nada: es esa la actitud, me digo. Ha pasado por todo tipo de etapas: ella fue luz en medio de la oscuridad antes de que llegara mi Luz. Se peleó con 7 kilos con todos los perros de la plaza del Dos de mayo. Luego pasó a la etapa de revolcarse por el barro y sacarse el Máster (con nota bajita) de rastrear topos. Durante días enteros. He empapado sus pelillos de mocos y lágrimas. Le hablo, le cuento todo, a estas alturas lo entiende todo. La Milka os hace el doctorado ¿qué más queréis? Es un detector de personas que lo están pasando mal, es sanadora, va a por ellas. Empática, lista, combativa, intuitiva. Hacía tiempo que no posaba sola con ella. Esta vez, a golpe y petición y exigencia canina. Y dije, por qué no, mi alter ego. Autorretrato realmente normal.