Todo lo que he logrado en esta vida, me lo he ganado a golpe de esfuerzo y trabajo. Voy a partir de ahí. A mí nada se me ha regalado. Hay quienes nacen con una flor en el culo, yo debo de haber nacido con un perfecto sistema de descargas eléctricas. No obstante, sigo persistiendo en hacer cosas a las que se les atribuyen buena suerte: brindo. Brindo aunque no me sirva para nada, porque me gusta escuchar el choque de unos vasos o copas y decir a grito pelao “¡¡Por (inserte aquí algo muy deseado o bello!!”. También he pedido deseos viendo pasar perseidas y estrellas fugaces, pero nada. No obstante, lo sigo haciendo. También soplo muy fuerte dientes de león, con toda la fuerza con la que se pueda desear algo. A veces consigo que todas las semillas, de un solo soplido, se dispersen, otras se queda medio pelao ante una ligera frustración difícil de diferenciar de un ligero TOC. Incluso antes de ser vegana alguna fúrcula de pollo he roto, con todos los dedos pringaos de la grasa del cadáver. Lo mismo con las velas. Desde hace más de una década me ducho con una vela encendida. Al salirme, cierro los ojos (hay que hacerlo con los ojos cerrados) y pido un deseo. Lo hago apagando velas de cumpleaños, la vela tras salir la ducha, la cerilla tras encender una vela. No sirve para nada. Pero hiperventilo los pulmones y me dejo extasiar por el poder innato e hipnótico inherente al fuego. Perdonen la aliteración, que está a la altura de pena de cárcel. Como seguir escribiendo un poema con rima consonante o chistes elaborados por una mente mediocre. Una vez llegué a colgar de un árbol moribundo toda una serie de papelitos con hilo llenos de buenos deseos. Y al final cada papelito supuso una especie de maldición, porque no sólo no se cumplió nada, sino que las cosas/personas empeoraron aún más mi biografía. Os juro que, en mi persistencia en pedir deseos, voy todos los años a la Virgen del Rocío y le pongo velas y to. Pero o debe de estar muy ocupada o a mí no me escucha nadie ¡Joder, que mi pastillero es de la Virgen del Rocío y mi llavero también! ¡Que hice una foto dedicada a la Reina de las Marismas! Pero nada, ni la Blanca Paloma. Ahora le estoy poniendo fe a una ruda y a un romero que estoy cultivando yo misma con mucho mimo. Y a la orquídea la rezo y todo, como si fuera una virgen púrpura con la boca bien abierta. No obstante, gozando estas ineficaces fantasías, aquí todo me lo tengo que currar yo. Genera cierto confort vacuo en mi mente. Y supongo que seguiré pidiendo deseos, porque oye, nunca se sabe si en algún momento de tu vida, las flores en el culo dejan de ser innatas y empiezan a crecen con la edad.