Soy vuestro instrumento. Tecleadme, como decía mi abuela al referirse a las caricias, «Ayyyy, la Luna, cómo la gusta que la tecleeeeen», mientras le pasaba la mano tan fuerte por la cabeza que le echaba los párpados hacia atrás. Daños colaterales de un derrame cerebral, pero que hacieron de ella algo muy tierno y gracioso durante 14 años como superviviente. Mi abuela acariciaba fuerte. Y decía «Cómo te gusta que te tecleen». No se lo he escuchado nunca más a nadie. Tecladme. Buscad el xilófono en mis costillas. Las del tótax. Las que nacen desde la columna vertebral. Tocadme que sueno. Tocadme que trino. Una vez me tocaron un Nocturno de Chopin en la espalda, una especie de sigilo que hizo brujería en mi. Sueno por todas partes. Mi hermana lo alucina con mi mandíbula. Cómo claquea cuando estoy tensionada al comer. Los nudillos cuando estoy nerviosa suenan a tambores de guerra. Lo que más me suena es la lengua. Y sí, también le gusta que la toquen con otras lenguas. Mi lengua canta, vaya que si canta y hace cantar. Sé resonar cada articulación de mi cuerpo. A mi otro Pez koi le da grima escuchar mi espalda mecerse en el suelo. Crac, crac, crac, crac. Las rodillas en mi pecho, los brazos abrazándolas: es mi cuerpo dando las gracias por el masaje contra el parqué. Mi sexo gime y suspira… o pega un alarido. El cuerpo es un instrumento. La palma de mis manos suenan, las choques contra lo que las choques. Unas veces suenan a escobillas en una batería, otras a látigo. Mis senos son picapica que estalla en la boca de cualquiera. El pelo es un instrumento de cuerda que canta en mi cabeza desde que Teresa me hacía trenzas en clase de Lingüística. Tecleadme como a una perra. Dibujadme los instrumentos en el cuerpo, que sueno. Escuchad vuestros cuerpos. Sed amables con ellos. Da igual cómo sean. Sencillamente, escuchad su música. Con sus silencios. Porque cuando callé, cuando callo, cuando calle, sonará el silencio más ruidoso que escucharéis en vuestras vidas.

Destacar que esta foto está hecha con un trípode en picado y quien me ayudó a encuadrar en diferentes posados fue mi hermana Mónica. Ella, que está casi ciega. Apreciadlo, malditos.