Sólo un pequeño juego con la noche.

La foto me la hizo mi hija, quien se ha convertido en mi gran apoyo y equipo a la hora de realizar fotografías. Me dijo, «Mamá, no te preocupes, tú pídeme lo que quieras, que yo te ayudo con las fotos». Y le respondí que me daba reparo, porque mi cámara pesa mucho y sentía que molestaba, a lo que ella respondió sacando músculos con los brazos y una enorme sonrisa desdentada.

Siempre sentí una especie de nostalgia por lo nunca vivido cuando leí que Marcel Moore, la pareja de Claude Cahun, le enfocaba las fotos, dado que Cahun no veía muy bien. Fue así hasta el fin de sus vidas. Yo calibro cuándo una pareja deja de amarme cuando resopla cada vez que le pido ayuda para una foto. Cuando protesta, cuando noto desgana, cuando no vibra conmigo. Sé que no debería depender de nadie para hacer mis fotos, pero todas las que trabajan el autorretrato entenderán la enorme diferencia que hay cuando te echan un cable para disparar a cuando te toca hacerlo con trípode. A día de hoy, y no dando por seguro absolutamente nada del futuro, mi hija ha percibido en mí lo más poético, lo más sutil. Cuando una va a ser madre se imagina muchas cosas, pero no que va a ser amada a los niveles en los que estoy siendo amada yo.