Mi fotografía más íntima es analógica, trabajo que publico poco, pues como artista me gusta mostrar parte de mi arte a los demás, pero también tener una parcela que sea mía. Un arte sólo disfrutable para mí y para los míos. Cuando los artistas exponemos nuestro trabajo a los demás estamos sometidos al juicio y, ya sea positivo o negativo, es un juicio. A veces sólo queremos crear y el silencio. Crear y que esa obra vibre dentro de ti, como una especie de abrazo a nosotros mismos, una terapia oculta o un diálogo interno. Estas fotografías a mi pareja están realizadas tras un momento de amor, pasión y ternura. He temido que se me tache de ordinaria, pero lo cierto es que el sexo y el deseo sexual es de lo más común y normal del mundo. Y en mi vida íntima es rutina semanal. Siempre se me ha dado bien fotografiar el cuerpo, pero es la primera vez que muestro el cuerpo en un estado sexual de manera explícita (recordando aquí mi serie «Pinchar»). Lo he hecho desde todo el amor, toda la ética y el respeto, en un intento de captar momentos de felicidad de ambos, pero también de normalizar rutinas o actos cotidianos. Realizar esto sin caer en la vulgaridad y la cosificación a día de hoy no es fácil. Y espero contribuir a la Fotografía fotografiando mi intimidad y sexualidad desde la belleza, la ternura, el deseo, el respeto y el amor, liberada de la visión patriarcal que tanto daño a hecho y sigue haciendo a la fotografía… en general, cualquier arte.

Tampoco quiero obviar, que realizar este tipo de fotografías es marcarle un pulso a unas redes sociales donde nos pueden acosar por privado o en público, donde el cuerpo femenino se sataniza y sexualiza, donde nos acusan sólo por hacer fotografía de desnudo de «ofrecer servicios sexuales», donde los sexos son tabú y estigma, donde la violencia hacia los animales, la pornografía o ideologías fascistas están permitidas, donde los linchamientos y en general, los delitos digitales no están perseguidos. No quiero que ninguna red social me robe mi esencia y mi libertad como artista. Las redes sociales vienen y van. Pero mi arte es perpetuo.