Modelo: @sezer_cm
Copias disponibles en diferentes tamaños.

Esta es la otra fotografía realizada en el taller de Castellón. Quise ponerme en la piel de mis alumnos y me puse a pensar una foto en cuestión de segundos. Sí. Tenía que construir algo en segundos. La fotografía como un rayo. Para que eso suceda, tengo que abrir las compuertas de mi alma y verter un trozo de mí en la cámara, justo cuando el obturador abre la boca.

No sé lo que se me escapó.

Creo que fue un mordisco. De esos que te das sin querer en la lengua y te dejan sin hablar, sin comer, casi llorando. Y la sangre emana, tímida, inocente, hiriente.

Sospecho que destilé una entrega, una sumisión, una rendición. Quietud. Como un animal que no quiere ser encontrado.

También, antes de cerrarme, dejé caer unas gotas de boda lorquiana. «Estas manos, que son tuyas, pero que al verte quisieran quebrar las ramas azules y el murmullo de tus venas. ¡Te quiero! ¡Te quiero! ¡Aparta! Que si matarte pudiera, te pondría una mortaja con los filos de violetas».

Intuyo, en un esfuerzo de leer lo que no comprendemos de nosotres mismes, algo de deseo, algo de violencia, una agresión subrepticia.

Me pregunto si alguien encontrará a estas dos amantes. Si les tenderá una manta y las dejará reposar en su mansedumbre, en su entrega al frío, en su escondite azul y rojo, de piel y tela.