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Hace nada salí a los trigales. Estaban verdes, suaves, se perdían en el horizonte y el viento los mecía como una sábana, ondulándose por tramos. A veces sueño con salir de mi propio cuerpo, es una virtud o talento que sólo tienen algunas personas, el aparcarse y volar muy lejos de la carne que uno habita. No me habría importado que la masa que me conforma se hubiera materializado en una planta. Al día siguiente jugué en casa a ser un ente mecido por el viento, dócil a su danza, toda cargada de simientes.