Mis amigas y yo bailando en el fuego. Besándonos en las llamas, creando en el crepitar de nuestras vidas. Esta es una foto con Helena, de las primeras en llamarme por teléfono cuando gané el juicio el 11 de junio. He ido subiendo a stories fotografías de estos días, que es cuando he tenido oportunidad de salir a celebrar el triunfo. Ayer, en el festival Río de Babel con mi amiga Mewy, tuve un sentimiento muy grande en el pecho de agradecimiento por las amigas que tengo. Mewy, me cuesta el contacto físico, pero ayer cantando Amaral junto a ti quería abrazarte y decirte que con nuestras tetas botando y doloridas, con nuestros brillis en la cara cantando a grito pelao, éramos una luz cegadora, fuerte, más brillante que sol. Helena, la de esta foto, me llevó en coche a Niebla a hacer fotos a este lugar tan maravilloso, íntimo y especial para ella, Sonia, mi musa, siempre me acoge en Galicia como si fuera su otra mitad y en septiembre me vuelve a abrir sus puertas, mi otra Helena me saca por las noches a cenar y a tomar unas copas entre lecturas de tarot, mi Dara se encarga de que nunca pierda la inspiración, las ganas de soñar y vivir, Laura me cuida y siempre está ahí para recordarme lo mucho que valgo, Rosalía es mi primer refugio en Madrid y lo sigue siendo en cualquier parte del mundo en la que esté, Clara es la perra más fiel que he conocido y la persona más importante en mi vida como mujer y madre. Y podría poner muchas más. Charo, Crissial, Tam, Zafi, Blanca, Cecilia, Sandra. Quizá no sé expresar bien en este texto lo que siento por las pedazo de amistades que tengo, que han llorado conmigo y que ahora saltan y botan a mi lado, que siempre han vibrado junto a mi en cualquier circunstancia en la que me haya puesto la vida. Cada poro de mi piel os da las gracias por vuestra generosidad, por haber creído en mi desde el minuto cero y no haberme soltado de la mano jamás. A todas, gracias por concederme este baile en esta hoguera.
