A mí me han hecho de todo. Bueno, de todo. No subestimo la capacidad de la vida para que ese todo se convierta en un abanico de infinitos. No hay vida ni planeta suficiente, para que os hagan y os pase de todo. Y ante todo, me he rebelado. Yo de verdad que lo intento, me estoy haciendo un máster para encarnar a la perfecta mujer dócil. Ahora lo llaman «mantener el perfil bajo». Ser obediente y manejable para ganar, «Tú quieta, tú calladita». El ser de luz que pide el Sistema que resiste ante la violencia con meditación y mindfulness y demás dictadura de la happycracia. Que no os digo que no funcionen: son el ancla perfecta en medio de una tormenta. Pero son eso, anclas. Hace un par de días subí un fragmento de la pieza teatral «Te haré invencible con mi derrota», de Angelica Liddell, que decía lo siguiente: «¿Por qué no me quitas la rebelión? Si estás decidido a seguir jodiéndome la vida, a seguir humillándome, a seguir dándome por el culo, a seguir haciéndome daño, a seguir mintiéndome, engañándome, por qué no me quitas al menos la rebelión. Hazme sumisa. Quítame la rebelión». Desde pequeña me escama la autoridad. La sublevación: desde los cinco años contra el más tirano. El alzamiento contra la más suprema injusticia. Creo que haber nacido insurrecta y sumisa me habría hecho la vida más fácil. Pero a nadie le gusta los levantamientos. Y mucho menos los levantamientos de las mujeres. O de les niñes. O de los negros. Por qué me han dado la revuelta si no puedo parar, si la llevo en el ADN. A mí me han tenido que tumbar entre 8 hombres armados y bien entrenados. A mí me han drogado para someterme y escuchar, de fondo «Para de meterle sedantes que la vas a matar». Porque ni la contención química me tumba. Me han arrancado a mi hija, pero no consiguen que me muera. Ni que me mate. Se lo piden a Dios y al universo todos los días, que a ver si me muero. Están puteándome a mi y a mi hija hasta lo más hondo con el fin de ver en los archivos de un hospital que he sucumbido. Están peleando lo más grande para que yo renuncie al fruto de mi vientre. Y de puro sufrimiento y desesperación he deseado tener la capacidad de apartarme y caer de rodillas ¿Cómo se hace eso? Llevo la rebelión en la sangre, la resistencia en el pecho y la resiliencia es un músculo. Most of people want see me fall. Pues complicado. «Hija mía, es que quien nace de una manera, nace de una manera». Qué jodienda.