Muchas veces me he preguntado qué entiende la sociedad por bruja y qué es lo que tienes que hacer para serlo. Para mí una bruja es la mujer pagana, la que siente la tierra y los cielos como una extensión de sí misma, la que lee las señales del universo, las cartas, las manos, los rostros, runas y las piedas, la que escanea las vibras de los demás quiera o no quiera, la que mueve y manipula energías y almas. Bruja es la que sana fuera de la industria farmacéutica, bruja es la que sueña y ve e interpreta. Bruja es la que decreta o manifiesta y se cumple.

«Mamá, ¿qué es para ti una bruja?».

«Alguien mágico».

Me dijo tanto en esa frase. Al final me he dado cuenta de que bruja es toda aquella mujer que desafía a la ciencia y se dedica a todo aquello que no sabemos explicar todavía con datos científicos… pero no olvidemos que lo que no se podía explicar hace siglos, a día de hoy es ciencia. Quién sabe si en un futuro, múltiples facetas del esoterismo y la espiritualidad tendrán una explicación y nos descatalogarán de locas, feas y estafadoras. Una de mis meigas favoritas lleva una herboristería y tras una puerta, lee el tarot y realiza rituales. Es muy querida en su ciudad, acuden a ella muchísimas personas durante décadas, pero me comentó que se abrió la herboristería de tapadera, para no tener que decir que es bruja, «Digo que tengo una herboristería y no tengo que dar explicaciones». Ni la cultura con el instrumento de la razón, ni el hombre con el machismo han podido eliminar a las brujas a día de hoy. No consiguen erradicarnos ni controlarnos, por eso somos algo tan terrorífico para ellos. La brujería es tan antigua como la humanidad y todavía no ha salido del armario. Por eso he decidido lanzar un taller que aúnen mis dos pasiones: la brujería y la fotografía. Porque nada de lo que hago consigo desligarlo de todas las disciplinas que manejo. Y porque quiero normalizar, si esto es posible, la profesión más perseguida de la historia. Se mueven millones de euros en torno a la brujería en el mundo, pero no es un trabajo regulado ni considerado digno. Hay brujas que nacen, brujas que se hacen, brujas que ejercen a conciencia y otras que no saben que son brujas y otras que lo saben pero no quieren reconocerlo. Que esta nueva aventura de visibilidad y trabajo sea un granito de arena para que esta profesión (¿o condición?) se normalice.