Quisiera contaros qué hay detrás de esta orquídea y su historia. La compramos con tres flores, en el Leroy Merlin, nada más mudarnos a Vallekas. Seguidamente vino mi depresión y estuvo más de un año sin echar una sola flor, las hojas amarillentas. Pero yo siempre la regaba, porsiacá. De repente, cuando empiezo a levantar cabeza, echó 32 flores. Era una maravilla, le pasaba fotos a todo el mundo. Llegados a este punto, admito que mi conexión con las plantas es muy fuerte, cada vez más. Para mi, esa orquídea era un reflejo de mi estado de ánimo, moribunda en lo más bajo, pletórica en los renacimientos. Pero la abuela paterna, que hace lo que le da la gana con mi hija y su educación desde que la parí, le regaló, contra mi voluntad, unas tijeras (no tenía ni 3 años). Y a la enana no le dio por hacer otra cosa que hacer una poda general de las plantas. No obstante, cuando vi las flores de la orquídea en el suelo y dos de sus enormes hojas, sentí una punzada muy fuerte en el estómago. Un mal rollo impresionante. Lo tomé como un aviso. Lloré. Y llorando recogimos las flores y las dejamos secando en un libro. Jamás pensé que me fuera afectar tanto aquella «poda». Ahora recuerdo a mi padre y su réquiem cuando me vio haciendo patinaje sobre su colección de discos de vinilo, que esparcí por el salón y sobre los que me deslizaba alegremente (Me lo sigue recordando). Tijeras a la basura, aunque luego el padre se encargó de rescatarlas y para más inri, comprarle otras. Porque no era suficiente una.

Desde entonces, tuve que volver a tratarla para que saliera adelante. Mientras escribo, tiene 13 flores y 7 brotes más. Es una superviviente. El otro día cuando me preguntaban por IG foto de mi planta favorita o fotos que representaran mi alma, puse la orquídea. Y fue Dara Scully quien me propuso hacer una fotografía con ella. De esta forma, esta fotografía es una foto que me debía a mi y a Luz y una foto dedicada a Dara, por sacarme de un atasco creativo. Esta foto para mi es resiliencia y augurio. Menta se coló en la foto, la vi guapérrima, y ahí la dejé. Otro ejemplo de fortaleza. De esta forma, debería haber titulado esta foto «De todo se sale». Pero es que mi alma es una orquídea: flores que parece que tienen cara, la boca a punto de morder, carnosas, de una belleza inmensa y efímera, sensibles al entorno, elegantes. Y duraderas.