Me encanta el mes de octubre, es de mis favoritos. Anticipa meses de frío y recogimiento y es Halloween o Samhain. El otro día me dijeron en la fiesta de Halloween de mi hija que mi disfraz era muy bonito, pero tuve que decirles que yo vestía así. Yo estoy cómoda en cementerios, de negro, puntillas de encaje negros, faldas largas negras, brujas y cráneos y si pudiera comprarme un piso, me lo compraría con vistas al cementerio de La Almudena. La parte civil o del s.XIX. Para mí es temporada de conexión con los muertos, el inframundo y las energías más densas y oscuras. Amor absoluto por todo este mundo. Pero si se trata de ceñirse a lo que da miedo, a mí me da miedo abrir el buzón, porque llevo 3 años recibiendo demandas. También me dan miedo los juzgados, los calvos con barba o que me hija deje de respirar en medio de la noche. Me da miedo que se muera mi madre, que se enfaden conmigo sin yo saber o entender el porqué, que me aíslen o caer mal porque sí. Me aterran las personas en la carretera, los líderes políticos, los hombres cis, las guerras, los psiquiátricos, los hospitales y el 3 de espadas del tarot. Me da miedo no saber reaccionar bien ante la muerte de mis perras, porque pienso que nunca llegará esa hora. Me espantan los días tórridos de verano, las serpientes o sobrepensar en los silencios. Esto es Halloween para mí. Pero yo celebro Samhain.

De la serie Miserere nobis.