• «Esto no tiene cura, ¿verdad?» Y le miré con una cara de resignación, de saber que estoy preguntando a una persona que no me va a mentir. Continuo «No conozco a ningún tlp que esté curado, que esté alegre, que me diga que lo ha conseguido, eso de no sufrir».

Antonio se quedó callado y me dijo «No, no existen. Pero sí existen personas con tlp totalmente funcionales y eso es lo que vamos a conseguir tú y yo».

Esa funcionalidad, qué lejos me queda. Me tropiezo entre arañazos, mordiscos, llantos, puñetazos, golpes contra las paredes, cabezazos contra los cristales, alcohol y pastillas. El dolor de mis familiares. Mi madre con herpes, derrames en los ojos La jaula de la lentitud.

Me preguntan que qué tal estoy. Y me da pena decirles que estoy mal, porque no pueden hacer nada por mí. Casi prefiero que de momento, si me estáis leyendo, me escribáis «Aquí estoy, te pienso, no te suelto de la mano». Y eso reconfortará más el corazón que tener que responder que qué tal estoy. Porque nunca estaré bien. O al menos ahora no veo la luz a final del túnel.

Esta foto está hecha en Doñana, en el infierno que se convirtió tras el incendio de hace dos años. El calor nos dio una bofetada. Más allá de la Laguna del Jaral había un barranco, más allá, el mar. Un barranco profundo y escarpado, de una arena abrasadora y un mar tranquilo como el epílogo de una tormenta.