Os escribo confinada en Sevilla, con mi hija, mi madre y mi hermana. El Covid-19 asola a mi familia, aquí en Sevilla y Barcelona, hecho que afrontamos con fortaleza, estrategia e incluso con humor. Gritos entre mi hija y mi hermana por las escaleras sobre quién se comerá los helados, la una durante el día, la otra que bajará por la noche y dejará el congelador vacío. Acuarelas en las puertas. Pruebas y más pruebas. Ingresos (mis abuelos…), «Te quieros» y «Te pondrás bien» de puño y letra. Mi reflexión sobre esta pandemia, sobre cómo lo está canalizando la sociedad y cómo se está gestionando desde el Estado, me la guardo para cuando pase. Por otro lado, mi situación sentimental está en un momento muy doloroso. Ambos estamos sufriendo, por lo que pedimos respeto, tiempo y pocas preguntas. Sea lo que sea, nuestro principal fin es que nuestra hija esté bien y sea feliz.

Mi padre y Guille son ratas en el horóscopo chino. No quiero enseñar la cara en mis últimas fotos. Los relojes se caen. Las manecillas se paran. O Luz las arranca. ¿Qué puede significar esto? Lo mismo el tiempo no se puede medir. Lo mismo es demasiado tarde para algo. Lo mismo demasiado pronto. Vida y muerte sólo son dos estados en una continuidad.