Copias disponibles en diferentes tamaños.

Normalmente me tiro una media de 8 horas editando una foto. Es un éxtasis de toquetearlo todo, pixel a pixel, mi meditación y catarsis. Mi mente vuela. Con esta foto me he tirado 6 horas de inactividad. Realmente no me salía del alma retocar nada. Más que nada porque las fotos son así, se imponen, tienen su propia voluntad. Esta quería que la dejara en paz. Es una foto sencilla, simple y muy limpia. Una idea sobada y nada brillante. Me puse muy triste al ver mi cuerpo y quise sacarme caderas, ponerme más pecho, quitar ojeras, licuar más carne entre los muslos, eliminar las costillas, arreglar mi cuello y mandíbula tensionada. Ha sido un ejercicio de aceptación brutal. Luchar contra la tentación de no mostrarme frente a la honestidad que tanto me ha hecho crecer y sentirme fuerte internamente. Cuatro ajustes de contraste, los colores, algún brillo, nada más. Yo desnuda sobre aquella roca resbaladiza, haciendo equilibrio para que quedara bien la pose. Y al final elegí una foto que no tenía en mente. Sonia Señorans apretó el botón de la cámara en una sacudida de mi cabello. Así que la edición de esta foto consistió en cargarla de lo que sentí en aquel momento: libertad, liberación, cero juicio, cero pudor, amor puro por la naturaleza, equilibrio psíquico y físico, control y seguridad sobre mi misma. Y mi gran amiga allí conmigo, haciendo sus equilibrios para cuadrar el reflejo en el agua. Me estaba reservando esta foto porque sabía que la necesitaría. Me he asustado de los ojos con los que me veo y machaco, pero estoy increíblemente agradecida por haber insistido en hacer esta foto. En haber hecho fotos y vídeos de aquella tarde la playa, porque fui feliz. Porque podía ser mujer salvaje. Había dormido bien y comido bien. La luz era perfecta, la temperatura no me afectaba y estaba protegida a muchos niveles. Me la he puesto de fondo de pantalla del ordenador, para recordarme que vendrán más momentos de felicidad como estos. Para recordarme que no le di al Photoshop cuando estuve muy tentada de hacerlo. Para darme las gracias por ser tan valiente en tantos aspectos de mi vida. Y que para estar en mi lugar, qué suerte tengo, qué bien rodeada estoy, qué bien asesorada estoy, cuánto me quieren. Y por dejarme en manos de los que me quieren y dejarme querer, logro momentos de paz y tranquilidad. Ojalá foto y texto os ayuden a entender porque esta sencilla imagen es tan importante para mi.