«Piensa en algo bonito». Y no tuve ni tiempo para preparármelo. En cuestión de 3 segundos, tuve que recurrir a un «pensamiento bonito». Pensé como si me fuera a morir y aquel pensamiento fuera el último. Tenía el corazón a mil, porque iba de valiente, pero en el fondo los quirófanos me ponen nerviosilla, pa qué mentir. Me imaginé desnuda. Siempre que quiero recurrir a la paz, pienso en la desnudez y un entorno natural, donde nadie me juzga, nadie me ve, donde ni siquiera yo soy capaz de odiarme a mí misma. Pienso en la nieve que riega las flores durante la primavera. Cómo mi cuerpo es nieve, cómo se funde como un pastel de espuma: burbujeando, lento, abocado a la nada. Luego sólo vino la anestesia.