Llevaba dos años escondida como tarotista. Y llevo uno trabajando como tarotista en dos empresas. Perseguida por el Sistema judicial (que tiene a sus videntes y tarotistas) y por mi ex pareja, enviaba mis fotos con peluca, lentillas y mantenía el asunto con el máximo secretismo. «¡¿Esto qué es? ¿Pero esto qué es???!!», me gritaba, mientras me grababa el tarot con el móvil, «¿Me puedes explicar qué es esto?».
«Un tarot». Era el primero que me compraba porque me llamaba mucho la atención. Ahora tengo una colección y tengo la maldición de que me gustan los de 100 euros para arriba (mardita sea).
Me he criado con mi madre barajando unas cartas. Ella las machaca. Se sienta en una mesa, en el sofá y en sus manos mezcla las cartas hasta dejarlas sin color. Da igual en qué estén impresas, papel, cartón, plástico: las deja sin color. Una vez al año, baraja nueva. No empecé e interesarme por el ocultismo hasta el año 2020 y aprender a interpretar el tarot era un básico. Mi especialidad es tarot predictivo y evolutivo, aunque hay mazos, como el Madre Paz, que sólo pueden ser terapéuticos. Salgo con esta foto del armario como bruja y tarotista, giro de 180º y me muestro desnuda. La magia, la astrología, la espiritualidad, la alquimia, el trabajar y mover energías han dado un giro radical a mi vida y como todo arte, como toda ciencia, sé que es un aprendizaje para toda la vida. Siempre he separado mi trabajo como fotógrafa y mi labor como bruja, pero nada de lo que hago se puede separar, todo está fusionado. Crear es alquimia, fotografiar a veces es predecir, vaticinar y decretar. Todo es un canal para mi.
Realicé esta fotografía para Joyas Santa Bárbara, pues me regaló La rueda, además de el arcano de El mundo. Sobre La rueda ya hablaré en un retrato que me he hecho con la joya, porque es uno de los arcanos más impactantes, kármicos y de doble filo que hay. Es el cambio, el giro que nunca para. A la rueda no le gusta la quietud, no para de moverse, tan arriba, tan abajo, tan adentro, como afuera. La filosofía de la hermética en una sola carta. Poso en ella con mi gran amiga Rosalía, que tan abajo nos hemos conocido, que tan arriba nos hemos encontrado, que tan en el fango nos hemos abrazado, que el cima o en alguna cuerda o tela, nos volveremos a encontrar.